septiembre 11, 2005

UBA, o los cuatro encuentros.

Tengo que comentar sobre tres encuentros en tres días consecutivos, y que además tienen de particular que refieren a la UBA, conectando con el trabajo, toda gente que conocí por RVR. El cuarto encuentro, que en orden seria el tercero, no esta relacionado con estos aspectos de mi vida, como tampoco es tan peculiar.
Ni bien llegado para la clase de semiología del viernes, me encamine al buffet para comer algo, en el pasillo del subsuelo de ciudad me encuentro con Daniel, el técnico que arregle un par de equipos en el estudio. Que hacia en ciudad alguien que esta mas para ser profesor que estudiante, digo por la edad, no?
El segundo encuentro fue unas doce horas mas tarde. Todo dormido me desperté a las 8 del sábado para ir al dentista, era eso o perder el turno hasta dentro de dos semanas. Tenía tantas ganas de seguir durmiendo, hacia frío, me había acostado a las cinco, pero debía ir. Yendo por ahí, tome por la calle Ramos Mejía, donde "casualmente" (ya empezamos con estas cosas de nuevo) allí se encuentra ubicada la facultad de ciencias sociales, justamente el anexo donde se cursa ciencias de la comunicación. Causalmente donde yo debo ir. Voy pasando por enfrente cuando vea una figura femenina que sube por la explanada. Miro bien y la reconozco, era Cecilia la productora del programa Peras al olmo, a quien no veía desde antes de internarme por segunda vez. Este seria solo otro encuentro mas, contando con que ya una vez nos encontramos a la vuelta del estudio. Pero digamos... Cuantas son las probabilidades estadísticas de encontrarme un sábado a las 9 de la mañana con ella o con ninguna otra persona? Pocas, sino reducidas, sino imposibles. Bien, podría suponer que soy una anomalía estadística.
Esa noche, yendo a "The Oldest", me cruzo con Fabiano en la puerta de su antigua casa. Lo cual ya no es tan raro, es un vecino, pero tomemos en cuenta que supuestamente ya no vive por allí. Es el tercero que no se relaciona con la UBA ni con RVR, sino con la SGI.
No obstante eso, voy al parque y me encuentro con Maxi, el exconductor de ABC rural, el programa con el que empecé a trabajar en RVR. El flaco seria un futuro colega, ya que estudia ciencias de la comunicación en Parque Centenario. Acertaste!!! En la misma sede donde me encontré con Cecilia el día anterior, pasando por la puerta.
Este encuentro ya no seria tan raro, tomando en cuenta que siempre fue fácil que encontrara gente conocida en el parque Rivadavia. Pero, con los últimos dos encuentros, este confirmaba que no hay dos sin tres. Y los tres se refieren a RVR y a la UBA, sin descartar a ninguno de los dos. Los dos lugares mas importantes en mi vida actual, quizás por mucho tiempo, ojalá. Que significara todo esto? Que mensaje oculta hay detrás de las coincidencias? No puede ser todo tan aleatorio. Es solo otro misterio más, en la dimensión desconocida Ichinén.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...

septiembre 08, 2005

En lo profundo 3, Itaidoshin, muchos individuos y una sola mente.

(Viene de las dos partes anteriores.)
Esa mañana había salido con tiempo para ir a desayunar a la vuelta del laburo, pero este imprevisto frustro mis planes. Yo ya pensaba que llegaría tarde a trabajar, pero por suerte llegue justito. Hablando con el agente F. Segovia, una mención especial para el, tratamos este tema del "no te metas" tan usado y tan nefasto. Junto a la damnificada, que me entere se llamaba Mariana.
El peruano le empezó a lloriquear a Mariana para que no le hiciera una denuncia. La chica aunque en principio enojada, me pareció que dudaba al oírlo. Para mi adentros, yo recordaba las palabras del hombre de hacia unos momentos. No aflojes, no aflojes, le decía mentalmente.
El trajeado que fue quien busco al policía, alego que iba hasta su oficina y volvía. Yo sentí que estábamos dejando escapar al cómplice, pero luego ocurrió algo que descarto mi teoría. La joven anónima que encontró el celular, la victima y yo, estábamos junto al policía, el ladrón y uno de seguridad de Metrovias.
-Donde iba usted?-le pregunto el agente al ladrón.
-Iba a estación Florida, a renovar el pasaporte.-respondió en el mismo tono llorón e inocentón.
Para quien no sepa, Florida es cinco estaciones de Pasteur, lugar donde se iba a bajar que yo lo frene.
-Adonde iba a renovar el pasaporte? Ahí no se renueva el pasaporte.-le replico la chica joven, que no se su nombre, pero ayudo mucho en esto.
-Que Florida si yo te agarre cuando te ibas a bajar en Pasteur? Tu historia no se sostiene.-le salí al paso yo.
-Iba a ver un amigo, que me tenía que prestar plata.-
-Pero... vos tenías que renovar el pasaporte o ir a buscar la plata. Que ibas a hacer primero? Deja de chamuyar!-le espete yo.
El ladrón se sintió desnudo y sin argumentos. El policía en su peor cara de vigilante le ordeno que lo acompañara y lo detuvo en un costado donde la estación tiene un hueco entre los molinetes.
-Vos querés hacer la denuncia?-le pregunto el agente a Mariana.
-Si, algo tenemos que hacer, no puede ser que siempre salgan impunes.-respondió ella, con hartazgo.
La sensación general, que todos compartíamos era que estábamos hartos de la injusticia. El policía le explico los pormenores de una denuncia por tentativa de robo, que era lo único que podía hacerse. Sabias que en un caso como este, el tipo sale en dos horas y vos te comes como cinco haciendo la denuncia? El agente le explico esto para que supiera antes de hacer nada. El ladrón rogaba por que no hiciera nada, pidió por sus hijos y yo estuve a punto de decirle que no me enternecía su actuación. Pero no era yo quien podía tomar la decisión de dejarlo libre o no. El agente le retuvo el documento, que efectivamente era un pasaporte de Perú. El nombre del ladrón, no me siento culpable al decirlo, era: Dante Olivera. Por si les sirve de algo y alguna vez se ven involucrados en un hecho parecido. Esto es como un servicio a la comunidad.
Mariana dudo cuando supo el duro trámite que le esperaba y yo maldije pensando en las puteadas que me iba a ligar en el trabajo.
-No podes fijarte si tiene antecedentes?-le pregunto al agente la chica.
-Es lo que voy a hacer.-respondió el.
-Si no tiene nada, yo no hago ninguna denuncia.-acordó ella.
A mi me pareció lo ideal, mientras el delincuente se ponía nervioso y el policía le ordenaba que se pegara mas a la pared, no tan cerca de donde podía escaparse por el molinete.
El ladrón no tenía antecedentes y como había acordado, Mariana no presento una denuncia.
-Lo que si podemos hacer es, la próxima vez que ocurra un hecho como este y lo veo involucrado al señor,-comento el agente, señalando al peruano que sudaba como testigo falso.-los llamo a los dos y ahí si presentan la denuncia. Ya que ahí no sale en dos horas, ya que serian dos hechos delictivos. Con esto solo tendría una primera entrada.-
Terminamos hablando con el policía hasta cerca de las diez de la mañana sobre las leyes del país, la inseguridad actual y lo que tiene que cambiar.
-Esto algún día tiene que cambiar.-decía el policía, con un tono que me sonó profético.
Pocos minutos antes que termináramos la charla, apareció el trajeado, preguntando en que había terminado todo. Ahí se iba mi teoría de que fuera el posible cómplice. Pero también podía ser el secuaz averiguando si se lo llevaban o no detenido, para así llamar al abogado. Por que sabias que estos grupos de punguistas tienen un abogado que los saca? Sabias que hay abogados que se especializan en sacar delincuentes? Y no son tan pocos ni tan ricachones como Cunio Livarona. El trajeado dijo llamarse Cesar y que tenia su oficina por ahí cerca. Intercambiamos tarjetas por cualquier contingencia con Mariana. Y me fui a trabajar, con la sensación del deber cumplido y una historia de lo más rara e increíble. Pero sobre todo, con el orgullo que el pueblo había triunfado en su conjunto. Orgullo de ser argentino. La voz del pueblo es la voz de Dios, y la mano de Diego sigue siendo la mano de Dios.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...

En lo profundo 2, la voz del pueblo es la voz de Dios.

(Viene de la parte anterior.)
Mientras que los que rodeaban a la damnificada se distraían con la aparición del celular, el peruano se hacia el pelotudo e intentaba bajarse. Fue medio segundo, donde vi pasar a todo en cámara lenta. "Se va, el turro se va, agarralo boludo." Y otra voz, bien cagona dijo en mi mente, "no te metas, es cuestión de otro, ya apareció el teléfono". Pero mil voces más la acallaron y me lance sobre el gordo peruano. Este país esta así por cagones que dijeron siempre que el problema era de otros y reino el nefasto slogan del "no te metas". -Es este, es este.-grite yo, tironeándolo del cuello y de la ropa. Así como yo grite eso, cinco pares de manos se lanzaron a ayudarme, ni siquiera yo podía ver de donde. Es algo que yo llamaría el "Vox Populi", el pueblo actuando como una sola mente, lo que los chinos y japoneses llamarían "Itaidoshin". El peruano se hizo el desentendido y un trajeado le empezó a gritar, con un acento medio raro, me pareció extranjero. "Te quedas acá, te callas, me tienen podrido, ustedes siempre roban a la gente acá. A mi también, me robaron la billetera." El peruano prepeaba al trajeado, diciéndole que el no tenia nada que ver. El tipo este que salto así, tampoco me daba mucha confianza, parecía el típico truco del cómplice que disimulaba y que se hacia el desentendido. Estoy casi seguro que el era su cómplice, al escribir esto se hace mas obvia su vinculación, le da un sentido mas objetivo para verlo totalmente claro. Tomando en cuenta que este trajeado estaba mas cerca de la piba que el peruano. Pero, en ese momento otra era la situación que tenia que manejar.
-Yo te vi, te agachaste justo antes que apareciera el celular.-le espete al punguista.
-Me agache a buscar los lentes.-me decía inocentemente.
-Oime pelotudo, si yo te vi agacharte con los lentes en la mano y levantarlos en la misma posición. No chamuyés.-
-Soltame, me tengo que bajar.-
-Adonde te vas a bajar?!-le gritaron varios, incluyéndome.
El tipo intento hacerse el malo y yo le puse la peor cara que tenía y lo prepoteé:-Yo también tengo celular, querés que llame a la cana desde acá? Quedate pìola!-
-Vamos a buscar un policía.-acordó la victima del hecho.
Acordamos bajarnos en Uruguay, ya que la chica que había visto la reaparición del celular robado y yo nos bajábamos ahí. Además, yo se que hay policías en esa estacion, aunque creo que en todas los hay, de esa estoy seguro. La damnificada estuvo de acuerdo. Entre varios flanqueamos y sujetamos a ladrón, no podía escapar, no sin que los otros tres lo agarraran antes de que diera un paso. Tenía un julepe el tipo, por el tumulto de gente que lo custodiaba, yo entre ellos. Encontramos al agente de la federal que vigilaba la estación a esa hora. Un tipo se me acerco para felicitarme, mientras prestábamos declaración.
-Flaco, yo vi lo que hiciste, te felicito. A estos hijos de puta algo les tiene que pasar, no puede ser que siempre ganen.-Y me dejo una advertencia y un consejo.-Hace la denuncia, salí de testigo, lo que sea, comete el garrón, PERO NO AFLOJES. Que no se la lleven siempre de arriba. NO AFLOJES!-
Esas palabras me llegaron a lo profundo, me sentí orgulloso de ser argentino, sentí que había rescatado una parte perdida de nuestro modo de vida.
No más, no te metas.
No más, es problema de otro.
No más, esconderse por miedo.
No más, dejar pasar lo incorrecto.
No mas, vivir preso de los chorros mientras ellos están libres.
NO más mentiras legalistas sobre los derechos de los delincuentes!
NO MAS IMPUNIDAD!!!
"Eh, loco, y si te cagaban a tiros, te podían matar." Me dijo mas de un gilazo. Si me matan, (cosa que dudo, no me mato el pulmonazo, me va a matar un chorro cualungue!)
Prefiero eso a vivir siendo rehén de basura como esa. "Mejor morir de pie, que vivir de rodillas" decía una frase, que ese día se convirtió en un slogan. Hoy me sentí orgulloso de un héroe, el héroe popular, el pueblo como héroe colectivo. Otra frase dice que "la voz del pueblo es la voz de Dios". Ese día la voz de Dios dijo: "Se acabo la joda!"
Continúa en la tercera y ultima parte.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...

septiembre 07, 2005

En lo profundo 1, la mano maldita.

Esta historia es increíble, aunque es totalmente real, todavía lo pienso y no creo que yo haya sido el protagonista. Pero la razón de esta historia, radica en mi carácter de ser protagonista de la vida y no un mero espectador de ella. Iba a trabajar como todos los días, viajando el martes como a las 9 de la mañana en el atestado subte "B", subí en la estación de casa, Malabia. Un petiso, de unos cincuenta años, me estaba resultando algo molesto. Se golpeaba, digamos para que quede claro, necesitaría licencia para viajar en subte. El típico inútil, eso pensaba yo, que no sabe acomodarse en el vagón sin joder a la humanidad circundante. Lo mire en un momento, ya con ganas de putearlo, todavía tenia sueño yo y el malhumor de recién levantado. No me gustaba como se apretujaba contra otros, en especial, por que me pareció sentir que me estaba tanteando. Sospeché un punguista, pero ante la duda y sin pruebas, no acuse en vano. El tipo tenía unos rasgos más incaicos que los de Atahualpa, no podía esconder que era peruano. Y ese fue su fin, que yo le viera bien la cara. En la siguiente estación, Ángel Gallardo se bajo. Yo respire aliviado, el subte no estaba tan lleno, pero se sentía el calor humano. En dos estaciones más, Carlos Gardel, se vuelve a subir el mismo tipo. No podía ser otro, vestido igual y con esa cara de Atahualpa que rajaba la tierra. Ni bien lo fiche de nuevo, me dio mala espina. Que te olvidaste en este vagón fiera? Asumí que se habría cambiado de vagón, algo que tampoco se entendía la razón, ya que no estaba tan cerca de la puerta, tuvo que hacer todo un viaje de un metro en un mar de gente para salir. Se paro sin saberlo, delante de la única persona que notaba su reincidencia, es decir yo. Ahí me estuve fijando bien en sus movimientos, lo cual me daba más mala espina todavía. Viste como se entretiene en el viaje el pibe? Vigila punguistas para matar el tiempo? O era mi imaginación o ese tipo le estaba tanteando los bolsillos a todos los que lo rodeaban. Cuando el subte arranco de la estación Pueyrredon, la siguiente a Carlos Gardel, una chica empezó a gritar que le habían robado el celular. "Me robaron el celular, esta acá el ladrón, recién sentí el tirón." decía ella, acusando al que estaba delante del que yo sospechaba. El pobre viejo que la chica estaba acusando juraba y perjuraba que el no era. Era cierto, yo sabía quien era. Pero estaba seguro? En esos segundos que pasaban volando, yo paseaba mi mirada de la situación de la chica gritando por el ladrón y el peruano que yo tenia vigilado. Pero si el no estaba pegado a la piba? Como podía robarle el celular del bolso? Un cómplice, obvio, pero no tenia pruebas que me convencieran a mi mismo. El tipo saco unos lentes de ver del bolsillo y se agacho como buscando algo. Los lentes que no había soltado en ningún momento, siguieron en su mano al levantarse nuevamente. El turro estaba fingiendo una caída de los lentes al piso, mientras yo me debatía con la lógica si lo acusaba a el o no. Como acusar a un tipo que ni siquiera esta cerca? En ese mismo momento, una chica de unos veinte años, le indica a la damnificada que su celular esta en el suelo, mientras el subte se detiene en la estación Pasteur. Continúa en la segunda parte...
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...